domingo, 26 de marzo de 2017

Física, leyes y decretos.

Hace un largo rato que no escribo en el blog por falta de tiempo debido a mi nuevo -y emocionante- trabajo -al menos por este año- como Inspector Auxiliar en el Departamento de Protección y Seguridad Radiológica (DPSR) en la Dirección General de Energía (DGE) del Ministerio de Energía y Minas (MEM). Escribo emocionante porque no solo estoy desempolvando mis conocimientos de física nuclear y radiaciones, sino que también sigo aprendiendo cosas nuevas y apoyando en las actividades que requiere el Departamento.

Cuando era estudiante de la licenciatura en Física lleve cursos de física nuclear y otros cursos con tópicos referentes a las radiaciones. Allí uno aprende sobre la teoría de la interacción de la radiación ionizantes -como se produce- con la materia. Los principios básicos de protección radiológica, etc. Pero desde el lugar y la visión de trabajador, creo firmemente que los cursos deberían también tener en cuenta los marcos reguladores nacionales para las distintas áreas que incluyen leyes, como por ejemplo: Ley para el Control, Uso y Aplicación de Radioisótopos y Radiaciones Ionizantes – Decreto de Ley 11-86, solo para mencionar el decreto más importante para Protección y Seguridad Radiológica, por decirlo de alguna forma. En esta ley y en otros decretos, reglamentos y acuerdos gubernativos, se escudriñan temas sobre actividades que están permitidas, la capacitación del personal, la seguridad física, personal cualificado, el almacenamiento de desechos radiactivos, emergencias, etc.

¿Por qué a un físico debería importarle esto? ¿Cuál es el objetivo de tocar estos temas legales y jurídicos? La respuesta es simple: debería importarle porque la ley, a través del Órgano Regulador que en este caso es la DGE, es la que le autoriza y licencia para ejercer un trabajo y también determina el alcance de sus funciones según la preparación y la experiencia para los diferentes tipos de práctica relacionadas al uso de fuentes radiactivas y/o equipos generadores de radiación, tanto como para la medicina y la industria pasando desde las prácticas extremedamente peligrosas a las de menor riesgo.

¿Por qué a las universidades deberían importarle estos temas también? La universidad como formador de profesionales a nivel técnico, licenciatura y posgrado, deben fomentar la cultura de seguridad y protección para prácticas con radiaciones ionizantes. De esta cultura dependerá la salud de los trabajadores ocupacionalmente expuestos -tanto físicos médicos, médicos, técnicos, enfermeras, etc.- y del público en general.

Aún queda muchísimo trabajo por realizar. La tarea es titánica pero me gusta verla como un reto que sin lugar a duda podrá resolverse. Peco de optimista.