martes, 28 de junio de 2016
Fotografía
Desde que era pequeño siempre me gustaba ver revistas, libros y cualquier
cosa que tuviera imágenes, estampas, paisajes, posters, etc. Recuerdo que
mi papá tenía una cámara rectangular que usaba rollos Polaroid y de vez en
cuando tomaba fotografías de las reuniones con familiares, algún cumpleaños
y demás. Recuerdo cuando compró una enciclopedia Larousse de cubierta blanca y
en ella había muchas imágenes de todo tipo. Creo que esas situaciones hicieron
que me gustara mucho las cámaras porque uno podía tener la oportunidad de capturar
alguna escena interesante. Muchos años después tuve en mis manos una cámara
digital Sony de 4 Megapixeles y una memoria (memory stick) de 512 MB, era
realmente una locura para mí tener algo así!!, pero mi papá no me dejaba
usarla mucho que digamos. Y luego de muchos años después, en el 2014 pude
comprar mi primera cámara semi-profesional Samsung WB1100F, me gusto tanto
que recuerdo no haber dormido mucho porque pase toda la noche viendo las
funciones; esta cámara me ha acompañado a muchos eventos familiares, una
subida al volcán Acatenango, a México, a manifestar contra la corrupción
en la zona 1 y a otros muchos lugares que en otra entrada contaré más
detalladamente. Me encantan mucho los colores, las texturas, los matices,
los contrastes y sobre todo la gran amiga o enemiga: la luz. Esas ondas o
partículas que se vuelven aliadas o traicioneras para captar ese momento
perfecto; la geometría y los ángulos de incidencia de la luz sobre los objetos,
la cantidad de luz que entra en la lente, el ruido: todo esto es física pura.
Sí, lo sé, esto es una especie de credo en mi diario vivir, no puedo evitarlo :)
Gracias por leerme, contaré más en otra ocasión.
Aquí comparto una foto en la Ciudad de El Palenque en el 2015.
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